Con un mensaje cargado de afecto y gratitud, el Papa León XIV recibió este martes a los miembros del Consejo de Administración de la Fundación Nacional Italoamericana (NIAF), organización que celebra medio siglo de fomentar la cultura, la educación y la caridad entre Estados Unidos e Italia. Ante ellos, el Pontífice destacó que la esperanza —como virtud teologal— ha sido y sigue siendo el faro que sostiene a las familias migrantes en sus desafíos y anhelos.
“Esta fe les sostuvo en los momentos difíciles, incluso cuando llegaban con la esperanza de un futuro próspero en su nuevo país”, expresó León XIV, al recordar la fortaleza espiritual de los millones de italianos que emigraron a Norteamérica en busca de mejores condiciones de vida.
El encuentro, celebrado en el Aula Pablo VI del Vaticano, estuvo marcado por un tono cercano y cálido. El Papa, incluso, se disculpó por la demora debida a las múltiples audiencias simultáneas. “El sistema de programación del Vaticano prevé cuatro audiencias a la misma hora. Lamentablemente, son ustedes los que deben esperarme”, bromeó ante los presentes.
León XIV valoró el trabajo constante de la NIAF desde su sede en Washington D.C., en especial en la promoción de becas, la preservación del legado cultural italiano y el impulso a obras caritativas en ambos países. “Rezo para que cada uno de ustedes y sus familias custodien siempre la rica herencia espiritual y cultural que han recibido de quienes les han precedido”, dijo.
Inspirado en su reciente bula del Jubileo Spes non confundit («La esperanza no defrauda»), el Papa insistió en que, en tiempos marcados por desafíos sociales y culturales, la esperanza no es ingenuidad, sino confianza activa en el bien, aún sin saber qué traerá el mañana.
Finalmente, en un gesto simbólico y afectuoso, León XIV cerró su saludo con una bendición apostólica en inglés:
“The Lord be with you. [And with your Spirit] May the blessing of Almighty God, the Father, the Son, and the Holy Spirit come upon you all and remain with you forever, amen.”
Así, en el corazón de Roma, el Pontífice sembró una vez más el mensaje que quiere marcar su pontificado: el futuro no se construye con miedo, sino con esperanza firme y memoria agradecida.