Durante la homilía del quinto domingo de discursos del Pan y sangre de Cristo , el Padre Julio César Fajardo Aguilar, responsable de la Pastoral de la Salud de la Arquidiócesis de Morelia y rector de la Iglesia de la Columna, ofreció una reflexión profunda sobre la autenticidad de la fe y la relación del creyente con Dios.
El Padre Fajardo inició su sermón destacando la proximidad del final del año litúrgico, recordando que estamos en la semana 21 y que en aproximadamente 11 semanas concluirá este ciclo, si Dios lo permite. «El tiempo está avanzando velozmente», comentó, al tiempo que preparaba a los fieles para retomar las enseñanzas del evangelista Marcos.
A partir de la primera lectura del día, el sacerdote centró su mensaje en la historia de Josué y el pueblo de Israel, haciendo hincapié en la decisión crucial que tuvieron que tomar: seguir al Dios de Israel o a los dioses falsos. «El pueblo no sigue a Dios por lo que espera recibir en el futuro, sino por lo que ya ha hecho por ellos», subrayó, instando a los presentes a reflexionar sobre cómo Dios los ha liberado de diversas «esclavitudes» y ha mostrado su poder y grandeza en sus vidas.
El mensaje del evangelio también fue central en su homilía. Al abordar el discurso de Jesús sobre el «pan de vida», el Padre Fajardo destacó cómo muchos de los seguidores de Cristo se escandalizaron y decidieron no seguirlo. «Jesús siempre va a causar escándalo», afirmó, recordando que la fe no debe ser cómoda ni selectiva, sino que debe aceptar a Jesús en toda su totalidad, con su misericordia y justicia.
El sacerdote concluyó su sermón con un llamado a la introspección, instando a los fieles a cuestionar la autenticidad de su fe y a no ser «cristianos económicos o desechables». «La pregunta de Jesús a sus discípulos sigue vigente hoy: ‘¿También ustedes me van a dejar?’. Debemos responder, como Pedro, con convicción: ‘Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna'».
El mensaje del Padre Julio César Fajardo resonó profundamente en la comunidad, recordándoles que seguir a Dios es una decisión que va más allá de los beneficios futuros, y que debe basarse en el amor y gratitud por lo que ya ha hecho en sus vidas.