Mons. Javier Navarro Rodríguez, Obispo de Zamora, ha alzado la voz sobre la grave situación de violencia que persiste en Michoacán, donde la vida humana continúa sin ser adecuadamente valorada. En su declaración, subrayó que muchas personas han convertido el crimen y la extorsión en su modo de vida, lo que genera un clima de inseguridad y sufrimiento en la región.
«Estamos preocupados, pues aunque reconocemos los esfuerzos realizados, los resultados han sido pobres», afirmó Mons. Navarro, quien destacó la situación crítica de los desplazados en las cinco diócesis de Michoacán. Las comunidades que buscan refugio enfrentan grandes desafíos, especialmente en localidades como Chinicuila, donde la violencia ha forzado a muchas familias a abandonar sus hogares.
El obispo compartió su experiencia reciente al visitar comunidades afectadas, donde pudo presenciar el sufrimiento de los desplazados. «Cualquiera que sea desplazado sufre», comentó, aludiendo a la presencia de grupos armados que disputan el territorio, dejando a los ciudadanos como las principales víctimas de esta violencia.
Durante su visita, Mons. Navarro y un grupo de sacerdotes celebraron una misa en la comunidad del Salitre de Estopila, brindando apoyo espiritual y emocional a los afectados. «Acudieron como se acude a un manantial de agua viva, buscando saciar una sed de paz y justicia», relató, enfatizando la necesidad de escuchar las inquietudes de la comunidad y ofrecer un acompañamiento integral.
El obispo también criticó la falta de presencia de fuerzas de seguridad en la región, lo que deja a los habitantes vulnerables. «No vi a personas del Ejército ni de la Guardia Nacional; las comunidades están desprotegidas», expresó.
Mons. Navarro concluyó su declaración haciendo un llamado a las autoridades para que presten atención a las necesidades de estas comunidades, resaltando la importancia de la colaboración entre la Iglesia y las autoridades en la construcción de un entorno más seguro y pacífico para todos.