Marcelo Ebrard y la sombra del Gral. Francisco J. Múgica

by Enlace Noticias

Rubén Sandoval Aguiar

El pasado 11 de septiembre, el ex canciller Marcelo Ebrard Casaubón, en rueda de prensa informó que impugnó de manera formal ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena, el proceso de selección interna de ese instituto político para elegir a la figura denominada coordinador nacional en defensa de la “Cuarta Transformación”, que, en los hechos, no es otra cosa que la elección del candidato a la Presidencia de la República del partido guinda, para la elección del 2024.

Ebrard ofreció una serie de pruebas de presuntas irregularidades, y demandó la reposición del procedimiento de selección del coordinador nacional, en el que hace unos días la aspirante Claudia Sheinbaum Pardo resultó electa por una clara ventaja en las cinco encuestas oficiales, aprobadas por la dirigencia nacional de Morena y por los seis aspirantes a coordinar los esfuerzos de la “Cuarta Transformación”, entre ellos el propio Marcelo Ebrard.

Marcelo cerró la rueda de prensa con una reflexión histórica, trayendo a la memoria la elección presidencial de 1940, en la que participaron los generales Francisco J. Múgica y Manuel Ávila Camacho, para suceder al presidente Lázaro Cárdenas del Río. Ebrard Casaubón dejó entrever que existe cierto paralelismo entre aquel histórico proceso de selección del sucesor del general Cárdenas y el proceso de selección interna del candidato del partido “Movimiento de Regeneración Nacional”.

En la sucesión de 1940, para sorpresa de muchos, finalmente resultó electo el poblano Ávila Camacho (1940-1946) y no el michoacano Francisco J. Múgica, el hombre más leal al presidente Cárdenas, su mayor consejero y colaborador en el gabinete como secretario de Estado, incluso podría afirmarse que Múgica fue mentor ideológico de Lázaro Cárdenas.

El exsecretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, puntualizó que, en aquella elección, en el año 1939:

 “…el general Francisco J. Múgica convocó a una rueda de prensa después de una asamblea del sector obrero en donde se votó por Ávila Camacho”.

Lo que en efecto ocurrió, cuando el general Múgica dio a conocer por medio de un documento lapidario, sus razones para renunciar a la precandidatura a la Presidencia de México, al advertir que había una “cargada” del partido oficial (PRM) y sus sectores, incluyendo en esa época a los militares, en favor de la candidatura de Manuel Ávila Camacho, quien, por cierto, al llegar a la silla presidencial ejerció políticas en muchos aspectos contrarias al proyecto cardenista, propiciando un viraje en el rumbo del país, que se alejó de las grandes demandas de la Revolución Mexicana.

Al traer a colación aquel hecho, Ebrard señaló lo declarado por el general Francisco J. Múgica a la prensa de la época:

“Básicamente hay dos cosas que no me gustan, una, la ambigüedad de Ávila Camacho, no sabemos en esencia qué piensa y segunda, que los gobernadores participaron, los alcaldes participaron, las dependencias federales participaron y si esto se permite en este partido, partido que nos costó una Revolución, se va a perder la causa por la que estamos”.

Con tales declaraciones, Marcelo Ebrard se auto asume, de algún modo, como el Francisco J. Múgica en la elección morenista, lo que, de suyo es bastante atrevido, pues si bien Ebrard es un político altamente experimentado y con una trayectoria de muchos años, en la praxis política y en la visión de estadista y revolucionario avanzado, poco o nada tiene de similitud con el “Ideólogo de Tingüindín”.

Pero, aun suponiendo que las denuncias hechas por Ebrard, en cuanto a la supuesta intervención de los gobernadores y alcaldes de Morena y de la Secretaría Federal del Bienestar en el proceso de selección interna del coordinador nacional de la “Cuarta Transformación” para la elección del próximo año, guardaran una estrecha similitud con lo ocurrido en su época al aspirante presidencial Francisco J. Múgica, y por tanto, esa experiencia pudiera utilizarse como un referente orientador para Marcelo Ebrard, al parecer el ex canciller leyó únicamente la mitad de la historia del libro de la periodista Magdalena Mondragón, que esboza la vida del general Múgica, al que Marcelo hace referencia en su rueda de prensa, pues en esa obra, como en otros trabajos biográficos del insigne diputado constituyente de Querétaro, se narra con toda claridad lo ocurrido con posterioridad a la designación de Manuel Ávila Camacho, como candidato triunfador del Partido de la Revolución Mexicana (PRM).

La historia del general Múgica después de denunciar públicamente las prácticas políticas oscuras del régimen, fue la de un relegado del sistema, acusado de traición al partido oficial. Por congruencia, Múgica no aceptó ningún puesto en el gabinete del presidente Ávila Camacho, a pesar de habérselo ofrecido el propio titular del Ejecutivo y aparentemente se retiró de la vida pública; no obstante, la figura de Múgica despertaba inquietud en la clase política, por lo que, en una maniobra muy hábil, Ávila Camacho pidió al expresidente Cárdenas que hablara con Múgica y lo convenciera de aceptar el cargo de gobernador del entonces territorio de la Baja California Sur, con el pretexto de que aquel territorio era un punto estratégico para defender la Soberanía Nacional, de cara al conflicto armado de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, dado su alto carácter patriótico, el general Francisco J. Múgica aceptó el cargo como gobernador, consciente por su agudeza mental, de que su designación era en realidad una medida para alejarlo de las políticas del centro del país y condenarlo al olvido en los confines del territorio mexicano.

Concluido el mandato de Ávila Camacho, Múgica intentó regresar a la escena nacional, para la elección de 1946, en donde fue ungido como presidente Miguel Alemán Valdés (1946-1952), personaje cercano y afín al expresidente Manuel Ávila Camacho y hombre del régimen que no perdonó a Múgica su actitud rebelde y crítica al partido oficial, a tal grado, que decidió refundar al Partido de la Revolución Mexicana (PRM) instituido por Cárdenas y Múgica, intentando dejar atrás todo lo que oliera a cardenismo, para dar vida al Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Un par de años más tarde, Múgica fundó el Partido Constitucionalista Mexicano, para combatir al nuevo partido hegemónico (PRI) y las desviaciones del naciente régimen de los “Cachorros”, que atentaba contra los principios revolucionarios y la Constitución de 1917; sin embargo, ese intento fue fácilmente neutralizado por el oficialismo, que negó el registro al partido impulsado por el combatiente michoacano. Por su actitud crítica y de desobediencia, Múgica terminó sus días en la oposición, relegado por un sistema del que alguna vez formó parte y ayudó a construir en su vertiente original.

Por todo ello, bien valdría la pena que Marcelo Ebrard Casaubón eche un vistazo completo al episodio de la historia de México al que hace referencia, y reflexione serenamente al respecto, pues en su momento Francisco J. Múgica tuvo motivos de peso, razones ideológicas y fuertes convicciones para romper con el partido oficial, teniendo tras de sí una trayectoria revolucionaria impecable, llena de congruencia, rectitud y valor patriótico, alejado de todo apasionamiento momentáneo, de intereses personales o de grupo, viendo en todo momento por el interés general de la Nación ¿Podría afirmarse lo mismo de Marcelo?

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