En un evento marcado por la polémica, más de 40 mil personas se dieron cita en el Estadio Morelos para presenciar el tercer informe del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla. Según confirmaron fuentes oficiales, muchas de estas personas fueron acarreadas y obligadas a asistir.
Desde las primeras horas de la mañana, camiones provenientes de diversos puntos del estado comenzaron a llegar, siguiendo instrucciones de movilizar al menos tres autobuses por dependencia, con costos que oscilaron entre los 7 mil y 15 mil pesos dependiendo de la distancia. A través de redes sociales, circularon imágenes en las que se observa a policías y personal de protección civil entregando souvenirs a los asistentes, quienes parecían más interesados en recibir una almohadilla con la cara del gobernador que en el contenido del informe.
A pesar de la asistencia masiva, el evento fue calificado como «faraónico» por dirigentes de varios partidos, quienes criticaron que el gobernador Ramírez Bedolla promoviera su imagen personal más que sus logros de gestión. El clima también jugó un papel importante, con un sol intenso que obligó a distribuir botellas de agua entre los asistentes.
Las medidas de seguridad fueron estrictas, con un impresionante dispositivo que incluía cinco camionetas y policías motorizados escoltando al gobernador. Sin embargo, la organización dejó mucho que desear: antes de que el evento concluyera, muchas personas ya habían abandonado el estadio, mientras que otros hacían largas filas para recibir su torta, jugo y yogurt, cuyos costos fueron asumidos por las dependencias gubernamentales.
En un gesto poco común, el gobernador rompió el protocolo y se colocó un sombrero debido al calor, mientras los diputados realizaban sus intervenciones, marcando así un cierre inusual para un evento que dejó más críticas que aplausos.