Con el sonido festivo de cuerdas y el característico compás de los sones abajeños, las emblemáticas mojigangas tomaron nuevamente las calles de Pátzcuaro para anunciar la llegada de las festividades en honor a la Virgen de la Salud, celebradas cada 8 de diciembre. Como cada año, estos gigantes de cartón cobran vida en manos de sus conductores, quienes bailan y contagian a locales y visitantes de un ambiente de júbilo y expectación, en un desfile que es ya símbolo de la identidad cultural de la región.
Las mojigangas, figuras que datan del siglo XVI y que fueron introducidas por misioneros católicos, han evolucionado para ser no solo una expresión de devoción, sino también de celebración y carnaval. Durante los fines de semana de noviembre y hasta el día de la fiesta patronal, las calles de Pátzcuaro se llenan de estas figuras monumentales, que, con sus singulares movimientos y coloridos atuendos, marcan el inicio de un periodo de alegría y festividad.
El día culminante, el 8 de diciembre, cuando se celebra a la Purísima Concepción de la Virgen de la Salud, las mojigangas ingresan a la Basílica de Nuestra Señora de la Salud. Este acto final representa una ofrenda y despedida a la imagen sagrada, en una ceremonia que destaca la simbiosis entre la fe y la tradición. Las figuras, entonces, son resguardadas hasta el próximo año, asegurando la continuidad de una tradición que ha marcado profundamente el calendario festivo de Pátzcuaro y que se encamina a su 125 aniversario.
La celebración de las mojigangas no solo es un recordatorio de la riqueza cultural de Michoacán, sino una invitación a formar parte de una tradición que perdura a través de los siglos, viva y contagiosa como el entusiasmo de quienes participan.