Con un mensaje cargado de gratitud y cercanía, el Papa León XIV reconoció este jueves la labor silenciosa y esencial de la Secretaría de Estado del Vaticano, al recibir en audiencia a los cerca de 200 superiores y funcionarios que la integran. “Me consuela saber que no estoy solo”, expresó el Pontífice, en uno de los momentos más emotivos del encuentro celebrado en la Sala Clementina.
“Estoy muy contento de encontrarme con ustedes, que ofrecen un precioso servicio a la vida de la Iglesia”, señaló el Papa, quien a menos de un mes de iniciar su pontificado ha reiterado la importancia de una Curia cercana, sin rivalidades ni intereses personales.
Dejando de lado su discurso escrito, León XIV habló desde el corazón: “El Papa solo no puede ir adelante… es muy necesario poder contar con la colaboración de tantos en la Santa Sede, pero de manera especial con todos ustedes en la Secretaría de Estado”.
El Pontífice agradeció al cardenal Pietro Parolin, actual Secretario de Estado, su colaboración en estos primeros pasos de su ministerio. Además, subrayó el papel histórico y transformador de esta oficina vaticana, que ha crecido en representatividad: actualmente, casi la mitad de sus integrantes son laicos, y más de cincuenta son mujeres, tanto laicas como religiosas.
León XIV destacó también la doble dimensión de esta institución: la encarnación en el tiempo y la mirada universal, es decir, su capacidad para responder a los desafíos concretos del mundo contemporáneo sin perder la perspectiva católica. “Así podremos ser un centro promotor de la comunión entre la Iglesia de Roma y las Iglesias locales, así como con la comunidad internacional”, dijo.
En un gesto de fuerte simbolismo institucional y pastoral, el Papa citó al también reformador san Pablo VI, para exhortar a los miembros de la Secretaría a no dejarse contaminar “por ambiciones y antagonismos”, y les pidió ser “una verdadera comunidad de fe y de caridad, de hermanos y de hijos del Papa”.
Finalmente, agradeció el “trabajo casi siempre escondido” de quienes lo acompañan en la compleja tarea de gobernar la Iglesia universal. Un reconocimiento que, aunque discreto, marca con claridad el tono colaborativo y fraterno que León XIV pretende imprimir a su pontificado.