En su primera homilía como Sumo Pontífice, el Papa León XIV exhortó a la Iglesia a convertirse en un “faro que ilumine las noches del mundo”, aludiendo a los desafíos contemporáneos para vivir y anunciar la fe en un entorno dominado por el materialismo, la tecnología y la indiferencia religiosa.
Desde la majestuosa Capilla Sixtina, rodeado por los frescos del Juicio Final y la Creación, León XIV ofició la Misa pro Ecclesia junto a los cardenales que apenas un día antes lo eligieron como el sucesor número 267 de Pedro. En un mensaje improvisado y profundamente humano, el nuevo Papa agradeció a sus “hermanos cardenales” por confiarle la cruz del ministerio petrino y pidió caminar juntos “como comunidad de amigos de Jesús”.
Durante la homilía, León XIV advirtió sobre la creciente dificultad para testimoniar el Evangelio en un mundo donde “la fe cristiana se considera absurda” y se prefiere el éxito, el placer o el poder por encima del mensaje de Cristo. “Vivimos en contextos donde incluso los bautizados viven un ‘ateísmo de hecho’”, denunció, y remarcó la urgencia de la misión evangelizadora en estos espacios.
El Pontífice también abordó con firmeza las consecuencias del alejamiento de Dios, entre ellas la pérdida del sentido de vida, la crisis de la familia y el olvido de la misericordia, síntomas de un mundo que, aunque admire a Jesús como figura moral o líder carismático, le niega su divinidad. “Ese es el mundo que nos ha sido confiado, y donde estamos llamados a proclamar gozosos que Cristo es el Hijo de Dios vivo”, subrayó.
Con una alusión directa a su papel como Obispo de Roma, León XIV recordó su misión de presidir en la caridad a toda la Iglesia y, en un gesto de humildad, expresó el deseo de “desaparecer para que permanezca Cristo”. Citando a San Ignacio de Antioquía, señaló que solo será un verdadero discípulo cuando ya no se vea su cuerpo, sino la acción de Dios a través de él.
La homilía también fue una catequesis sobre la figura de Jesús, a quien definió como modelo de humanidad santa, y no como un personaje anecdótico o provocador. “Muchos lo siguen mientras no les represente un riesgo, pero en la hora del peligro, lo abandonan”, lamentó.
León XIV cerró su mensaje pidiendo a Dios la gracia de ser un administrador fiel del don recibido, y de conducir a la Iglesia con el testimonio valiente de quien pone a Cristo al centro. “Que la Iglesia no sea un museo de valores, sino una llama viva que encienda corazones”, pareció proclamar entre líneas el nuevo Papa, marcando desde ya el tono de su pontificado.