Una de las frases más citadas del Nuevo Testamento es aquella en la que Jesús menciona la fe y una semilla de mostaza. Sin embargo, nuevas reflexiones sobre el pasaje bíblico de Mateo 17:20 han llevado a replantear una interpretación comúnmente aceptada: que Jesús se refería al tamaño de la fe.
El contexto del pasaje es una escena en la que los discípulos no logran expulsar un demonio de un niño. Al preguntar a Jesús por qué no pudieron hacerlo, él responde: “Por su poca fe. Les aseguro que si tuvieran fe como una semilla de mostaza, le dirían a esa montaña: ‘Trasládate de aquí para allá’, y se trasladaría. Nada les sería imposible.”
La frase clave, señalan algunos estudiosos y líderes religiosos, no es “del tamaño de”, sino “como una semilla de mostaza”. Esta diferencia, aunque sutil, cambia el enfoque de la enseñanza.
De acuerdo con estas interpretaciones, Jesús no hablaba de una medida cuantitativa de fe, sino de una cualidad específica. La semilla de mostaza, aunque pequeña, es conocida por su capacidad de crecer con rapidez y convertirse en una planta robusta. Además, se le atribuyen propiedades como la resistencia y la pureza, ya que no puede mezclarse genéticamente con otras especies.
En este sentido, el mensaje apunta a una fe con características definidas: firme, en desarrollo constante y sin alteraciones. No se trata entonces de tener una fe pequeña, sino de poseer una fe auténtica que crece y se mantiene firme ante las pruebas.
Este análisis invita a una lectura más profunda del texto y a comprender que la enseñanza de Jesús podría centrarse en la naturaleza de la fe más que en su tamaño. Una fe activa, resistente y genuina sería, según esta perspectiva, la que tiene la capacidad de mover montañas.