Imágenes impactantes de lo que podría parecer una zona de guerra, con artefactos explosivos de gran peligro, no provienen de conflictos internacionales como los de Israel o Ucrania. Este escenario se vive en Apatzingán, Michoacán, donde personal de las secretarías de Seguridad Pública (SSP) y de la Defensa Nacional (SEDENA) han arriesgado sus vidas para desactivar 203 artefactos explosivos improvisados, en una operación que ha puesto en evidencia el creciente riesgo que enfrentan las fuerzas de seguridad en la región.
Los explosivos, descubiertos en el poblado de Catalinas, fueron ubicados tras intensos trabajos de inteligencia realizados por la Subsecretaría de Investigación Especializada (SIE) y la Defensa. Los artefactos, de características similares a las granadas diseñadas para ser lanzadas desde drones, variaban en tamaño y contenían cargas peligrosas de pólvora y percloratos. Ante el alto riesgo que representaban, se activó de inmediato el protocolo de seguridad, y el Agrupamiento Especializado en Artefactos Explosivos procedió a la destrucción controlada en el mismo lugar.
La operación no solo permitió la destrucción de los explosivos, sino también el aseguramiento de más de cuatro kilogramos de pólvora, materiales que fueron puestos a disposición de las autoridades competentes para continuar con las investigaciones. Las imágenes de este operativo, que recuerdan las escenas de conflictos bélicos internacionales, reflejan la amenaza constante que enfrentan los elementos de seguridad en Michoacán, una entidad marcada por la violencia y el crimen organizado.
Este hallazgo pone en evidencia el nivel de peligrosidad que los grupos delictivos han alcanzado, empleando tecnología y métodos de guerra para perpetuar su poder. La valentía de los oficiales que participaron en la operación resalta, pues se expusieron a un alto riesgo para evitar lo que pudo haber sido una tragedia aún mayor en una de las zonas más conflictivas del estado.