En una audiencia con representantes de asociaciones, movimientos y comunidades eclesiales, el Papa León XIV hizo un llamado a mantener a Cristo en el centro de la vida comunitaria, reforzar la unidad dentro de la Iglesia y sostener el impulso misionero en medio de un contexto global marcado por la violencia y la división.
El encuentro se celebró en la Sala Clementina del Palacio Apostólico y reunió a moderadores y responsables de 115 agregaciones eclesiales reconocidas por la Santa Sede, en el marco de una reunión anual organizada por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida bajo el tema “La esperanza vivida y anunciada: el don del Jubileo para las agregaciones eclesiales”.
Durante su intervención, el pontífice agradeció la labor que estas comunidades realizan en el acompañamiento pastoral y subrayó el valor de su servicio, señalando que la vida cristiana no se vive de manera individual, sino en comunidad. También reiteró que todas las expresiones eclesiales, independientemente de su origen carismático, caritativo o apostólico, cumplen una función en el anuncio del Evangelio.
El Papa insistió en la necesidad de colaborar con el Obispo de Roma y puso énfasis en dos aspectos que consideró prioritarios en el momento actual: la unidad y la misión. En cuanto a la unidad, exhortó a extenderla dentro de la Iglesia y en el entorno social inmediato de cada comunidad, destacando su papel como promotores de comunión en contextos de discordia.
Respecto a la misión, León XIV recordó su experiencia pastoral en Perú y animó a los movimientos a mantener vivo su compromiso evangelizador, especialmente en ambientes sociales complejos y entre personas alejadas de la fe. Reconoció que entre los miembros de estas comunidades hay personas formadas y con experiencia directa en el trabajo misionero, lo que representa un recurso que debe ser aprovechado.
El pontífice retomó también las enseñanzas del Concilio Vaticano II y el contenido de la carta Iuvenescit Ecclesia, señalando la importancia de los carismas como complemento a la estructura jerárquica de la Iglesia. Según explicó, mientras la institución eclesiástica garantiza la oferta objetiva de la gracia, los carismas favorecen su acogida y concreción en la vida cotidiana de los fieles.
Finalmente, destacó que las comunidades nacidas de un carisma han permitido que muchas personas redescubran la esperanza y se reintegren a la vida eclesial. En ese sentido, recordó que todos los creyentes están llamados a imitar a Cristo y a poner sus dones al servicio de los demás, con apertura y desprendimiento.
El encuentro forma parte del proceso de preparación rumbo al Jubileo de 2025, que tendrá como uno de sus ejes principales la promoción de la esperanza cristiana.