Tras escapar de la violencia que azota Haití, Giovanni Rotschild encontró en la capital mexicana no solo refugio, sino una nueva oportunidad de vida. Hoy, trabaja como repartidor mientras espera el reconocimiento oficial de su título como enfermero, y sueña con volver a ejercer para ayudar a quienes, como él, han enfrentado el desarraigo y la incertidumbre.
Giovanni llegó en 2022 a México huyendo de amenazas de muerte en su país, sumido en una crisis humanitaria sin precedentes. La inseguridad provocada por grupos armados en Puerto Príncipe lo obligó a despedirse de su madre, su pareja y su trabajo en un hospital, abandonando todo lo que conocía por un futuro incierto.
“Mi vida era normal, pero todo cambió de un momento a otro”, recuerda. “De vivir bien pasamos a enfrentar grandes dificultades”.
La travesía fue dura, pero al llegar a la Ciudad de México, Giovanni recibió apoyo de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y de la organización Sin Fronteras, que lo ayudaron a adaptarse, aprender español y acceder al proceso de solicitud de asilo. En poco tiempo, fue reconocido como refugiado y luego obtuvo la residencia permanente.
Hoy, es uno de los 7,537 haitianos que han recibido protección del Estado mexicano entre 2019 y mediados de 2024.
Aunque ahora reparte bebidas en camiones nocturnos, Giovanni no renuncia a su vocación: “Esto es parte del camino. Cada vez que subo al camión descubro algo nuevo de México”, dice con una sonrisa. Su anhelo es volver a ejercer la enfermería y crear una iniciativa enfocada en prevención y educación en salud.
“Quiero ser alguien que incida en otras vidas. Así como yo encontré personas que me salvaron, quiero que otros me vean y digan: ‘Gracias a ti, tengo una mejor vida’”, afirma.
A la par, espera el día en que pueda reunirse con su pareja y, eventualmente, obtener la ciudadanía mexicana para votar, viajar y —por qué no— ver jugar al Real Madrid en el Santiago Bernabéu.
Mientras tanto, Giovanni representa la esperanza de miles de refugiados que, como él, ven en México no solo un lugar para sobrevivir, sino un país donde pueden volver a soñar.