En el cierre del XXVI Encuentro Nacional de Vicarios Episcopales de Pastoral y Secretarios Ejecutivos de Comisiones y Dimensiones de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), se abordó el concepto de comunión eclesial desde una perspectiva centrada en la diversidad de pensamiento y experiencia dentro de la Iglesia.
La jornada final, realizada en Casa Lago, inició con una celebración eucarística presidida por Monseñor Héctor Mario Pérez, secretario general de la CEM, acompañado por Monseñor Felipe Pozos, segundo vocal del Consejo de Presidencia. En su homilía, Mons. Pérez propuso una reflexión sobre la unidad eclesial, subrayando que la comunión no debe entenderse como uniformidad de pensamiento, sino como apertura al otro desde una lógica de amor y acogida.
A partir de la oración sacerdotal de Jesús, el obispo señaló que la vocación dentro de la Iglesia, ya sea en el ministerio ordenado, la vida consagrada o el laicado, no responde a una decisión individual basada en méritos personales, sino a una respuesta al llamado divino. Indicó que la experiencia de seguimiento a Cristo debe asumirse como una respuesta al amor recibido, más que como una adhesión voluntaria a una figura religiosa.
Durante su intervención, el secretario general de la CEM destacó que la comunión entre miembros de la Iglesia debe manifestarse no sólo en estructuras organizativas o coincidencias doctrinales, sino en la capacidad de convivir con las diferencias. Afirmó que el verdadero camino de unidad consiste en reconocer al otro como parte del mismo cuerpo eclesial, incluso cuando existan posturas distintas.
El discurso se presentó como una invitación a adoptar una actitud pastoral basada en la acogida, la escucha y el reconocimiento de la diversidad interna de la Iglesia, bajo la premisa de que esa diversidad es constitutiva y no un obstáculo. En ese marco, se insistió en que el trabajo pastoral no puede depender únicamente de estrategias o estructuras, sino de un compromiso cotidiano con el testimonio de vida cristiana.
El evento reunió durante varios días a representantes de todas las provincias eclesiásticas del país, con el objetivo de fortalecer procesos de sinodalidad y colaboración entre las distintas dimensiones de la pastoral nacional. La CEM ha señalado en ocasiones anteriores que estos encuentros buscan fomentar una Iglesia más articulada y sensible a los desafíos sociales y culturales actuales.
El llamado final se centró en asumir la comunión como una tarea concreta, expresada en acciones pastorales que promuevan la unidad sin borrar las diferencias, y en la disposición a trabajar de manera conjunta en medio de un contexto marcado por tensiones, cambios y nuevas exigencias para la vida eclesial en México.