En el litoral michoacano concluyó la temporada de anidación 2024–2025 de tortugas marinas, con una estimación de cinco millones de crías nacidas en las costas de Lázaro Cárdenas, Aquila y Coahuayana. De esta cifra, un millón fue liberada desde los campamentos tortugueros y el resto nació de forma natural en playa, según información oficial.
La Comisión de Pesca del Estado (Compesca) detalló que operaron 25 campamentos, en los que participaron alrededor de 650 personas voluntarias. Sin embargo, no se proporcionó información sobre las condiciones ambientales que enfrentaron las crías al momento de su nacimiento ni sobre las tasas de supervivencia estimadas, aspectos clave para evaluar el impacto real de las acciones de conservación.
El reporte menciona a los santuarios de Maruata, Colola y Mexiquillo como sitios principales de anidación de tortuga negra, laúd y golfina, especies en situación de protección. No obstante, no se incluyen datos científicos recientes sobre la evolución de estas poblaciones en el Pacífico mexicano ni se especifica si existe un sistema de monitoreo independiente que registre su estado actual.
La cifra de nacimientos presentada se basa en estimaciones, sin que se hayan publicado metodologías utilizadas para calcularla. Tampoco se precisó si existe una colaboración con instituciones académicas, científicas o ambientales que validen estos datos.
Respecto a la preparación de la próxima temporada, se informó sobre fumigaciones preventivas en las zonas de campamento. Sin embargo, no se aclaró si estas acciones cuentan con evaluaciones de impacto ambiental o si hay protocolos para evitar afectaciones colaterales a otros organismos del ecosistema costero.
El fenómeno de anidación de tortugas marinas en Michoacán constituye uno de los procesos naturales más importantes del Pacífico mexicano. Su aprovechamiento con fines de conservación o educativos requiere de estrategias técnicas rigurosas, medición constante y transparencia en la gestión de datos. Hasta ahora, las acciones públicas informadas se centran en aspectos logísticos sin mostrar evidencia cuantificable de su eficacia en la protección de estas especies en riesgo.
La falta de elementos verificables deja sin respuesta aspectos clave: cuántas de esas crías sobreviven, cuál es el efecto de las acciones humanas sobre sus ciclos biológicos y qué medidas estructurales se están aplicando para mitigar los impactos del cambio climático y la contaminación en las zonas de anidación.