La seguridad no se improvisa. Se construye con voluntad política, coordinación institucional y, sobre todo, con la firme decisión de no soltarle la mano a la ciudadanía. Bajo esa premisa, Aguascalientes volvió a estrechar lazos con las fuerzas federales, en un momento clave para el corazón del país.
En Irapuato, Guanajuato, se llevó a cabo la ceremonia de Toma de Posesión de Mando y Protesta de Bandera del general de brigada de Estado Mayor Gerardo Serna Melchor, quien ahora tendrá bajo su responsabilidad la coordinación territorial de la Región Centro-Norte de la Guardia Nacional. Su mapa de acción abarca cinco estados: Aguascalientes, Durango, Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas. Un bloque estratégico, tanto por su ubicación geográfica como por los desafíos de seguridad que enfrenta.
En representación del Gobierno de Aguascalientes, el secretario de Seguridad Pública del Estado, Antonio Martínez Romo, no llegó con las manos vacías. Llevó consigo el mensaje claro de un gobierno que sabe que los resultados se tejen en equipo: “La paz y tranquilidad de nuestra gente son una prioridad”, afirmó. Y con ello reafirmó el compromiso de seguir trabajando hombro a hombro con los tres niveles de gobierno.
La presencia de altos mandos militares y representantes estatales no fue una mera formalidad. Entre ellos, Hernán Cortés Hernández, comandante de la Guardia Nacional, así como los secretarios de Gobierno de Guanajuato y San Luis Potosí, y comandantes de la 12ª Región y la 16ª Zona Militar. Todos, bajo una misma consigna: cerrar filas ante la violencia, blindar las fronteras internas del país y devolverle a la ciudadanía la tranquilidad cotidiana que tantas veces parece estar en pausa.
Pero más allá del acto solemne y las fotografías oficiales, lo que está en juego es la operatividad real de las estrategias de seguridad. La llegada de Serna Melchor marca el inicio de una nueva etapa de coordinación regional. Y aunque el discurso institucional habla de unidad, el verdadero reto será convertir esa voluntad en acciones concretas, visibles y sostenidas.
Aguascalientes, que se ha consolidado como un estado con relativa estabilidad, sabe que no puede bajar la guardia. En un país donde las fronteras estatales no detienen al crimen, lo único que puede hacerles frente es una estructura de seguridad cohesionada, profesional y profundamente humana.
Y en eso están —o al menos, eso prometieron— quienes hoy alinean sus brújulas bajo el mismo norte: el de la seguridad compartida.