Durante su visita a México con motivo de la asamblea plenaria del episcopado, el cardenal Fabio Baggio, subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, destacó la trayectoria del país en materia de migración y el papel que desempeña la Iglesia en la atención pastoral a personas en situación de movilidad.
En diálogo con medios eclesiales, Baggio subrayó que México no solo ha sido históricamente un país de origen de migrantes, sino que en las últimas décadas ha asumido también un rol de tránsito y destino. Esta transformación, señaló, ha exigido una respuesta pastoral sostenida y adaptada a nuevas realidades, en las que muchas personas ya no solo cruzan el territorio, sino que permanecen en él sin posibilidad de continuar su trayecto.
El cardenal reconoció que la Iglesia mexicana ha desarrollado una red de acompañamiento que responde a estas nuevas condiciones, ofreciendo espacios de acogida, asistencia y acompañamiento espiritual. En su intervención ante los 121 obispos reunidos en la plenaria, insistió en que la atención a las personas migrantes debe entenderse como una tarea compartida por una sola Iglesia que se extiende desde Panamá hasta Estados Unidos.
Baggio también hizo referencia al cambio en los flujos migratorios, marcados por la presencia de personas que se encuentran en tránsito indefinido, sin condiciones para avanzar ni regresar. Esta situación, afirmó, exige una respuesta integral que combine hospitalidad, protección y oportunidades de integración.
Al dirigirse al pueblo mexicano, el cardenal evitó emitir recomendaciones y, en cambio, apeló a la continuidad de una tradición de acogida que, según dijo, ha caracterizado históricamente a la sociedad mexicana. En sus palabras, el llamado a recibir a quienes migran no es solo una cuestión de asistencia, sino una expresión concreta de la fe cristiana, en la que cada persona migrante representa “el rostro de Cristo que llama a nuestra puerta”.
La participación del cardenal Baggio en la plenaria episcopal refuerza la dimensión pastoral del fenómeno migratorio y plantea desafíos concretos para las comunidades eclesiales en contextos de movilidad prolongada, desplazamiento forzado y arraigo emergente.