La creciente ola de violencia en Jalisco ha encendido las alarmas a nivel nacional. El hallazgo de centros de exterminio en la entidad deja en evidencia el deterioro de la seguridad y el fracaso de la estrategia gubernamental para combatir el crimen organizado. Ante esta situación, diversas voces exigen el fin de la indolencia por parte de las autoridades y una respuesta contundente para frenar la crisis.
La política de «abrazos y no balazos» ha sido severamente criticada por actores políticos y sociales, quienes señalan que ha permitido el crecimiento de la delincuencia en un ambiente de impunidad. «No más indiferencia por parte de las autoridades, no más impunidad y no más política de abrazos y no balazos», se escucha en el clamor de la ciudadanía, que exige acción inmediata ante la crisis.
El presidente del PRD en Aguascalientes, Oscar Estrada, declaró: «El gobierno federal no puede seguir evadiendo su responsabilidad. Estos centros de exterminio nos hablan de una crisis de violencia brutal que el gobierno no ha sabido frenar. Esto no es casual, se debe a una política errónea que, lamentablemente, se originó en el sexenio anterior bajo la premisa equivocada de ‘abrazos, no balazos’.»
El problema no se limita a Jalisco; es un reflejo de una situación que se replica en diversas partes del país. Organizaciones civiles y partidos políticos han llamado a la Federación a asumir su papel y garantizar la seguridad de la ciudadanía con medidas concretas.
Se exige al gobierno federal no solo atraer las investigaciones sobre estos crímenes, sino actuar con determinación para frenar la violencia. «La seguridad de los ciudadanos no puede ser un tema de competencia entre niveles de gobierno; es una obligación de todos los actores políticos y de las instituciones federales», señalan los expertos en seguridad.
A medida que el clamor por justicia crece, la incertidumbre sobre el futuro de la seguridad en México se intensifica. La ciudadanía espera acciones inmediatas y soluciones efectivas que devuelvan la paz y la tranquilidad a un país sumido en el miedo y la impunidad.